domingo, 24 de julio de 2011

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Vuelca tu corazón al sintemor de las mañanas
descubre el perfume del amor en el aire que respiras
sé más que nada tiempo y libertad
expansión que destape las esferas y el eco de la falsa eternidad
gusto perfumado que ronda por las flores
perfume en flor que del gusto vive
mirada que no necesita de espejos para saberse viva
belleza que no requiere de luz para saberse bella
niño enterrado en el pecho que alimenta las ganas
de aún jugar a construir el alma.

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Mal chiste deforme carrusel
que me arrastra en infinitas maldiciones
sendero que me pisa los talones
que me derrota paso a paso.
Sin viento la quietud espejismo de lo eterno.
Añoro la muerte. Ya no quiero ser
cenizas que se arrastran rumbo a la nada.

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Locura que me inundas,
terror estampado en la mirada
piel que arde en el adiós del tiempo
vacío mío, oscura fe de olvido.

Sumergido, solo al fin, disfruto.
Del profundo silencio de la nada,
mientras quemo el mundo con mis manos.

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Te añoro del color de la tarde
que huele a risas frescas
cantos de capulíes y reinas claudias
buscando tu boca entre las ramas,
tus manos en el aire,
saltando de una mañana a otra.

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Hoy te ví
como no te recordé nunca
como te pensé alguna tarde
en las que el sol se derrite lejano
dejando más fría mi fría casa.

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De colores la voz
que del viento nace.
Que escapaste de la procesión de mis palabras,
del cerco de mis manos,
de mi tibia fe.
Que antes de que el temor me inunde,
fuiste la sed que aún me salva
del vacío de mis ojos
de mis manos llenas
de este tiempo
que ya desaparece.

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Tinta que te consumes
sin siquiera llegar a la memoria.
Canto triste que asfixiado morirás
enterrado en gargantas oxidadas,
que nada puedes hacer por la belleza
ni en el futuro vivir, donde los libres
tienen alas de infinito.

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Dolor anclado del viento
quién te quiso ver morir un día?
en la pupila que no tiene del profundo fuego
ni la magia de devolvernos la nada.

Cometa azul que quien sabe
en tu cabellera al infinito me lleves,
montado en la luz, solo las risas y los sueños
irán contigo, cuando a la vez toda la piel se consuma.
Quién puede si no morir contigo?

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Niño flor de tierra
en tu sonrisa vive el sentido del tiempo,
donde el sol recoge pedacitos de mar
que brotan del indescifrable azul de tus ojos,
que solo rehuyen.
Niño flor de arcilla
tierna luz
botoncito de bella flor
que no ve más que gotitas
que lo inundan todo.

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En los charcos todo sonaba reviviendo y Jacinta recién sumergida en lluvia traía el perfume dulzón de la tierra. Volando sus pies de charco en charco, y cada vez más alto su corazón.

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El ruido de tu secadora me despierta de golpe.
Sé que dentro de poco estarás lista. Y saldremos y hablaremos.
A veces quisiera estar solo y no tener que salir nunca. Morirme de hambre y no hablar más. No caer en la tentación de las palabras que no tienen nada que perder, una vez que lo han perdido todo.

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Con el pelo corto y la mirada cada vez más triste, te fuiste yendo.
De tu voz profunda, de tu risa generosa, cariñosas las manos que a puños dejaban claro el amor. Te fuiste yendo a pasos agigantados por la tarde. Te fuiste yendo siempre. Solo viniste para prender una luz en medio de la noche.

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Gran fuerza en los vientos que me arrullan.
Vientos del fuego de la mirada, reojo todopoderoso que ve la mitad de todo. Oscura fuerza que me entierra y me hiela.
Soy la mirada y el entierro. La daga y el corazón. La razón y el loco que da tumbos. El dragón y sus infiernos. La flor y todas las muertes. El ojo que encierra lo que no ve. Poderoso todo lo que está, poderosos los caminos y poderosa la gruta. El fango que encierra el destino.

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No encontrarás tu nombre rebuscando en los olvidos. No reconocerás tu mirada en los retratos que no se hicieron. No sentirás tus manos en el contacto que no se dió. No estas allá. Al frente todos los soles sabrán tu nombre, porque los dioses viven en el mañana, no a las espaldas de nadie.

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El fuego y la vida te hicieron portal, de todos los alientos, de todas las miradas, de todo cuanto es y cuenta. Tu que vences a la muerte en cada risa de tus hijos. En lo profundo del fuego, que no quiso nacer de nadie si no de ti.

miércoles, 20 de julio de 2011

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Esperando
en el frío de mi noche,
en mi callejón sin salida,
en mi tumba sin flores.
Esperando
la salvación de tu manos
que tanto necesité
sin que nunca me sirviera,
solo para morir un poco más,
para querer más y poder menos.
Solo para que siguieras sin llegar.
Sin volver nunca.

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Será que la belleza es solo belleza si se cuenta?
Qué es antes de ser?
Donde habita antes de convertirse en voz, puño, letra,
en el silencio de tus ojos que se tragan todo
para que no desaparezca por siempre lo que le cuenta mi piel de tu piel, mi pecho de nuestro amor.
Para que mi silencio sueñe con el inmortal segundo en que me despiertas la alegría.
Vorágine que traspasa el temor y la piel, que nace y muere en ti, por ti, [para mi]

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Casi me desmaya tu voz,
de arrecife, de canto lunático,
sinvergüencería consumada en la valentía del dejarse poseer,
por lo bello, por lo amado, por tus palabras sin dueño,
amadas, lacerantes, únicas y sagradas.
Tu voz que se esconde en el silencio, que es manto de lo que llamas vida.